«…perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.». Colosenses 3:13 RVR1960
Decía Facundo Cabral, a quien no se le puede tildar de cristiano fanático: “Perdona a todos y perdónate a ti mismo. No hay liberación más grande que el perdón; no hay nada como vivir sin enemigos. Nada peor para la cabeza, y por lo tanto para el cuerpo, que el miedo, la culpa, el resentimiento y la crítica (agotadora y vana tarea), que te hace juez y cómplice de lo que te disgusta”
No sé tú, pero yo hice trastadas sin fin cuando era pequeño. Y mis padres, no por eso dejaron de perdonarme, amarme y darme lo mejor.
«¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? Así que todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos, …». San Mateo 7:9-12 RVR95
La clave para perdonar a otros es recordar lo mucho que Dios nos perdonó. Pensar en el perdón y el amor infinito de Dios puede ayudarnos a amar y perdonar a otros. Pero, aunque solo sea por interés propio, no vale la pena guardar rencor, resentimiento o culpa, que no hace otra cosa que dañarnos y dañar a los demás.
¿Vale la pena vivir con ese enorme peso en nuestra mochila, que nos impide avanzar? Mis padres me perdonaron. ¿No voy yo a perdonar a mis hermanos? ¿Te es difícil perdonar a alguien que se ha equivocado un poco, cuando Dios te ha perdonado tanto?
«… si tenéis algo contra alguien, perdonadlo, para que también vuestro Padre que está en el cielo os perdone a vosotros vuestros pecados.». Marcos 11:25 NVI