Lectura: Proverbios 8:1-14
Un buen amigo, me contó que en uno de los viajes que hizo para compartir enseñanzas sobre la familia y ministerios juveniles, en una tarde en la que junto a su esposa, visitó una iglesia para dar unas charlas; en un receso se les acercó una pareja que dirigía el ministerio juvenil en esa iglesia, y estando en plena conversación se les acercó su hijo adolescente y les preguntó: ¿Quiénes son ustedes? ¿Son de los peces gordos que vienen a hablar en la conferencia?
Por un momento mi amigo se quedó sin poder dar una respuesta. Todos sabemos que los jóvenes son directos y la mayoría no se anda con rodeos, para decir lo que piensan e ir al grano. “Bueno – le contestó – algunas personas aquí podrían pensar eso, pero tú y yo sabemos la verdad”.
Para Dios no existen “peces gordos” o creyentes más importantes que otros. Sin embargo, en el mundo cristiano se han creado muchas por así decirlo “celebridades”, y muchas personas caen en el error de creer que existen personas o músicos que merecen un trato especial o que son más importantes que otros. Tristemente algunas de estas personas terminan creyéndose algunas de las alabanzas y reconocimientos que se les brinda y se creen superiores a otros.
Podemos estar seguros que donde hay orgullo y vanidad, de seguro en algún momento tarde o temprano habrá vergüenza y desgracia, “cuando viene la soberbia, viene también la deshonra” (Proverbios 11:2a). Por el contrario, el tener una actitud humilde nos brindará la honra que proviene de un corazón dócil (Prov.23:29). Así que los hombres y mujeres que en realidad entienden que no tienen de qué sentirse orgullosos, sino que dependen en su totalidad y reconocen que la gloria y honra son del Señor; detestan todo señal de orgullo, “el temor del Señor es aborrecer el mal. Aborrezco la soberbia, la arrogancia, el mal camino y la boca perversa” (Prov.8:13).
No debemos mal entender el hecho de que es necesario mostrar respeto a los siervos del Señor que han mostrado con el testimonio que en verdad expresan con sus vidas el carácter y prioridades de Jesús, es por ello que estos creyentes no mostrarán en sus vidas que se creen “peces gordos”.
- Señor ayúdanos a desterrar el orgullo de nuestras vidas.
- Si nuestras vidas están llenas de orgullo, de seguro no habrá espacio para la sabiduría que proviene de Dios.
“El temor del Señor es aborrecer el mal. Aborrezco la soberbia, la arrogancia, el mal camino y la boca perversa.” (Prov.8:13)
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