No nos cansemos, pues, de hacer bien, porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.
Gálatas 6:9
En una ocasión vino una mujer a hablar conmigo. Estaba totalmente desanimada. Estuvimos hablando por largo tiempo de lo frustrante que era para ella la respuesta de aquellos a los que trataba de ayudar y/o discipular. Ella insistía que les dedicaba todo el tiempo que podía, a veces a costa de su propia familia, que trataba de explicarse claramente, de dar siempre ejemplos para poner los principios en práctica, de transmitir ánimo, pero a pesar de ello no veía que dieran pasos, sino que en ocasiones respondían a todo ese esfuerzo con dejadez y apatía.
Yo traté de animarla recordándole que nuestra labor es sembrar y es la labor de Dios dar el fruto. Nosotros estamos llamados a trabajar la tierra (lo cual suena muy bonito, pero es un duro trabajo), a sembrar la semilla y a regar la tierra de manera frecuente, pero el resto es trabajo del Señor. A veces veremos multitud de frutos y otras veces no, pero nuestro anhelo debe ser llegar a ser siervos que hacen lo que tienen que hacer.
Dios nos ha dado el privilegio de ser instrumentos en sus manos para que Él muestre su gloria a través de nosotros. Él, pese a nuestra multitud de fallas y limitaciones, está dispuesto a usarnos como bendición para muchos. No dejes que el desánimo interrumpa lo que Dios quiere hacer contigo.
Gálatas 6: 9 nos recuerda: “No nos cansemos de hacer el bien; porque si no nos rendimos, llegará el momento en que cosecharemos la cosecha ”. Dios cree en el refuerzo positivo. Él nos ha dado muchas promesas en Su Palabra para seguir haciendo el trabajo a pesar de que se vuelve agotador y frustrante. Si continuamos haciendo lo que Él nos ha llamado a hacer, recogeremos una cosecha y una recompensa. No dejes de hacer lo que se supone que debes hacer. No te rindas, Dios ve lo que estás haciendo incluso si otros no lo hacen. Él no dejará de cumplir su promesa para ti.
¿De qué maneras has sido de bendición para otros? ¿Cómo podrías seguir siéndolo?
Josué Calero