“Me es preciso hacer las obras del que me envió, mientras dure el día. La noche viene cuando nadie puede trabajar. Mientras yo esté en el mundo, luz soy del mundo” (Juan 9: 4-5)
Lee Juan 9:1-12
Jesús vence la oscuridad; las tinieblas no permanecen ante Él porque Jesús es la luz del mundo (v.5/b). Este es el sexto milagro que narra Juan; donde el Señor devuelve la vista a un hombre que había nacido ciego. En Lucas 4:18 nuestro Señor menciona a qué ha venido “…a proclamar libertad a los cautivos y vista a los ciegos…”. Cuando Jesús sana físicamente a un hombre ciego de nacimiento, y de la misma manera, aunque los seres humanos hayan nacido espiritualmente ciegos, ellos pueden ser sanados. La ceguera espiritual se desvanece cuando Jesucristo se aproxima. La oscuridad no prevalece ante el esplendor de quien es la luz del universo, el Hijo de Dios.
Este mundo te puede fabricar unas gafas para que veas a través de ellas, pero son falsas, no pueden darte seguridad. A cada paso tienes miedo de poner el pie y caer en un hoyo. Es que las gafas de este mundo no pueden resolver el problema de tu ceguera. Como un lazarillo, este mundo guía a una humanidad que ha nacido sin vista por caminos inseguros que llevan, sin remedio, a la muerte.
Jesús no es un lazarillo, Jesús no guía a ciegos. Él devuelve la vista, te da la oportunidad de andar en un camino, que no es perfecto, pero que está lleno de luz para ver dónde puedes pisar porque Él mismo es quien te alumbra.
Elvira Jardines