“Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él” Juan 2:11
El primer milagro de nuestro Señor fue convertir el agua en vino (Juan 2:1-11).
Los milagros de Jesús ilustran uno de los grandes temas del Nuevo Testamento: la Gracia reemplazando la Ley.
La limpieza ceremonial era parte del sistema de leyes y de las costumbres judías. En cada casa, en la puerta, se situaban tinajas llenas de aguas con este fin. Cuando el vino faltó en las bodas de Caná, Jesús usa estas vasijas asociadas al rito de la purificación y realiza el milagro de la transformación de agua en vino. Jesús remplaza lo que representa lo viejo, la ley, por algo mucho mejor. El vino también es símbolo de alegría y gozo, que es lo que Jesús trae a la vida. La vida sin Jesús es insípida, pero él vino a traer un gozo indescriptible.
También en este milagro nos muestra como no hay que hacer nada más que creer: “sacad ahora, y llevadlo al maestresala” (v.8). Es todo, solo creer, solo la fe, la Gracia no cuesta. Jesús quería que todos entendieran esto: Dios ama a las personas simplemente como son, no por lo que estas hagan por o para Él, sino por lo que son. Por eso el trató a las personas como lo hizo; perdonando a la adúltera, devolviendo la vista a los ciegos, tocando y limpiando a los leprosos. Todo esto ilustra la gracia reemplazando la ley.
Jesús quiere transformar tus costumbres, tus rituales, tu religión, en algo mucho mejor. Él quiere tener una relación personal contigo, para que tengas alegría y gozo.
¿No has experimentado esta transformación en tu vida? ¿Qué tienes que hacer?
¡Nada!, solo cree. Jesús el hacedor de milagros, si tú quieres, lo hará.
Elvira Jardines