«Prestad vuestros servicios de buen grado, teniendo como punto de mira al Señor y no a la gente.»
Efesios 6:7
Lee Efesios 6:5-8
En ocasiones, los cristianos tienen la idea errónea de que su vida está segmentada en religiosa y secular, pero Dios no ve tales distinciones. En todo lo que hacemos, somos representantes vivos de Cristo, incluso en nuestro lugar de trabajo.
En el pasaje de hoy, se nos dice cómo debemos comportarnos delante de nuestros superiores. Aunque estos pasajes fueron escritos en una sociedad que permitía la esclavitud, los principios cristianos que se aplicaban a los esclavos en Roma siguen siendo válidos en el presente.
En primer lugar, debemos obedecer a nuestros empleadores con sinceridad y honra. Aunque puede haber ocasiones cuando tengamos que decidir obedecer a Dios antes que a los hombres, nunca hay un momento en que debamos ser irrespetuosos (Hch 5.29). Si nos sentimos tentados a hablar mal del jefe o quejarnos delante de un compañero de trabajo, necesitamos recordar este principio.
Debemos hacer nuestro trabajo como para Dios antes que para los hombres. Esta es la única manera en que podremos manejar las frustraciones y el trato injusto. Cuando recordamos que hacemos nuestro trabajo para el Señor y que Él promete recompensarnos, nuestro corazón se apacigua y nuestra actitud cambia.
Debemos someternos a los jefes, aunque sean severos o irrazonables (1 P 2.18-23). Nunca somos más semejantes a Cristo que cuando sufrimos injustamente y soportamos el abuso mientras confiamos en Dios. Así es cuando su favor reposa sobre nosotros.
Además, nuestra manera de reaccionar en el trabajo transmite un mensaje acerca del reino de Dios. El Señor nos ha puesto en esta posición, aunque sea difícil, y quiere que seamos un reflejo fiel de Él.
Mi devocional