«Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. »Estas cosas os he hablado para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea completo. »Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre os las he dado a conocer. No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, él os lo dé. Esto os mando: Que os améis unos a otros.»
San Juan 15:9-17 RVR95
Todos hemos recibido llamadas telefónicas que al inicio suenan muy amistosas; nos ofrecen grandes descuentos, productos o servicios que nos facilitaran la vida. Incluso nos llaman por nuestro nombre, nos prometen que los ahorros que tendremos si aceptamos sus ofertas serán increíbles; no obstante, cuando se dan cuenta de que no realizarán su tan esperada venta, algunos de los vendedores hasta se enojan, y la que una vez fue una amistosa actitud se evapora como agua que hierve.
Ese tipo de comportamientos falsos, son quizás los aceptados en nuestra cultura y muchas personas los usan para impresionar a otras u obtener algo de ellas.
Podemos comparar esa actitud falsa e interesada, con la amistad genuina que el Señor nos ejemplificó y expresó de la siguiente manera: “Nadie tiene mayor amor que este: que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13). Él no sólo estaba comprometido con lo que decía, sino que lo demostró con hechos, muriendo en la cruz con el fin de perdonar nuestros pecados.
Al recibir el amor de Jesús en nuestras vidas, aprendemos que necesitamos obedecerlo y parte de esa obediencia es mostrar hacia nuestros semejantes la sincera amistad que tenemos con Jesús.
- Enséñanos Señor a ser sinceros con otros, evitando la superficialidad para lograr nuestros intereses personales egoístas.
- La verdadera amistad es una herramienta muy poderosa a la hora de compartir el evangelio con otros.
“Hay amigos que uno tiene para su propio mal, pero hay un amigo que es más fiel que un hermano” (Proverbios 18:24).
Mi devocional