Jesús, fuente de estímulo


Salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas. 35 Cuando ya era muy avanzada la hora, sus discípulos se acercaron a él, y le dijeron:

—El lugar es desierto y la hora ya muy avanzada. 36 Despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor y compren pan, pues no tienen qué comer.

37 Respondiendo él, les dijo:

—Dadles vosotros de comer.

Ellos le dijeron:

—¿Quieres que vayamos y compremos pan por doscientos denarios y les demos de comer?

38 Él les preguntó:

—¿Cuántos panes tenéis? Id a ver.

Y al saberlo, dijeron:

—Cinco, y dos peces.

39 Entonces les mandó que hicieran recostar a todos por grupos sobre la hierba verde. 40 Se recostaron por grupos, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta. 41 Entonces tomó los cinco panes y los dos peces y, levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió los panes y dio a sus discípulos para que los pusieran delante; también repartió los dos peces entre todos. 42 Comieron todos y se saciaron. 43 Y recogieron, de los pedazos y de lo que sobró de los peces, doce cestas llenas. 44 Los que comieron eran cinco mil hombres.

Marcos 6:34-44

En su evangelio, Marcos nos cuenta como ya desde el principio las enseñanzas de Jesús impactaban y atraían a mucha gente a la cual Jesús veía con compasión. La gente parecía insaciable y Jesús, de manera incansable, les enseñaba por largo tiempo. Sus discípulos exhaustos y hambrientos no ven el momento de parar y descansar. Es por ello que empiezan a pensar que Jesús debía despedirse de la gente puesto que era tarde y que la multitud tendría hambre. Cuán importante es poder descansar y retomar las fuerzas para continuar. “Pero”, siempre hay un pero y por lo general no nos gusta. Pero, descansar ¿cómo? Retomar las fuerzas ¿dónde?

Jesús más allá de aceptar su análisis de la situación cree que hay tiempo para una última lección por lo que les dijo: “Dadles vosotros de comer”. Sin lugar a dudas estas palabras los descolocaron. Empezaron ha hacer números y a ver si realmente podrían llegar a alimentar a tanta gente. La conclusión no tardo en llegar: “¿Quieres que vayamos y compremos pan por doscientos denarios y les demos de comer?” ¿Era eso lo que Jesús quería? Por supuesto que no. Tendemos a medir y a tratar de ponerlo todo bajo nuestro control pensando que no hay otra salida y esto en muchas ocasiones tan solo trae frustración y desaliento. Pero eso no es lo que Dios quiere sino que aprendamos que cuando nuestras fuerzas decaen y cuando nuestros recursos no suplen es cuando debemos poner toda nuestra confianza en el Señor. “Comieron todos y se saciaron. Y recogieron, de los pedazos y de lo que sobró de los peces, doce cestas llenas.” Sin duda esta experiencia les estimularía a confiar más en Dios y en su poder y a refriera su convicción de que si Dios nos muestra su voluntad también nos mostrará la forma de acometerla y proveerá de todo lo necesario.

¿Qué ocurrió cuando los discípulos se dejaron llevar por su estado físico y se enfocaron tan solo en sus recursos materiales?

Y en cambio ¿qué ocurrió cuando decidieron andar en fe, confiar en Jesús?

Josué Calero

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