“Ahora, Soberano Señor, despide a tu siervo en paz conforme a tu palabra; porque mis ojos han visto tu salvación que has preparado en presencia de todos los pueblos: luz para revelación de las naciones y gloria de tu pueblo Israel”
(Lucas 2:29-32)
Poco después del nacimiento de Jesús, José y María llevaron al niño al templo en Jerusalén. Allí encontraron a un hombre llamado Simón que conocía la verdadera identidad de Jesús. La primera cosa que expresa Simón en su oración es la paz que la presencia de Jesús le da.
La oración de Simón muestra también con claridad que las nuevas buenas, la luz del mundo, el evangelio ha sido dispuesto para todos. Es muy importante para todos nosotros entender que la luz y la paz de Cristo es el plan de Dios para toda la humanidad –a un nivel individual primero, a un nivel relacional después y por último a un nivel mundial. Porque la paz individual tiene mucho que ver con la paz que tenemos los unos con los otros y finalmente con la paz mundial.
REFLEXIÓN:
¿Cuál es la respuesta para encontrar esos niveles de paz?
¿Eres consciente de que la vida, la luz y la paz de Jesucristo está disponible para todas las personas?
¿Qué significado tiene esto para los millones de personas desplazadas por la guerra en estos momentos, y cuál es nuestra responsabilidad?
Elvira Jardines