^“Había pastores en aquella región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño.  Y un ángel del Señor se presentó ante ellos, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y temieron con gran temor.  Pero el ángel les dijo: —No temáis, porque he aquí os doy buenas nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor. Y esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

De repente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y decían: – ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres de buena voluntad! “(Lucas 2:8-14)

No debemos reservar este texto para leerlo solamente durante el tiempo de navidad. Es maravilloso tener siempre en cuenta que Jesús vino para traer paz –esta fue la primera declaración acerca de su vida– “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad” Lucas 2:14. 

El hecho que los primeros que recibieron este mensaje fueran pastores, unas de las personas más humildes en esos tiempos, demuestra de forma inmediata que el Mesías, sin lugar a duda vino, no para un grupo selecto de personas, sino para toda la humanidad.

En ese preciso momento de su nacimiento, es un grupo de maloliente, marginados, personas renegadas culturalmente, las que reciben la anunciación de la llegada del Salvador.

Jesús vino a traer paz a la tierra. No importa quién eres, dónde te encuentras, ni cuál es tu situación, la paz de Cristo es para ti. Puedes tener paz en medio de cualquier tempestad que estés pasando: familiar, financiera, de salud, laboral.

REFLEXIONA:

¿Eres lo suficientemente humilde, para aceptar la paz que solamente el Mesías, el Señor puede darte?

Elvira Jardines