EL AMOR CRISTIANO EN ACCIÓN


Desde el nacimiento del cristianismo, la Iglesia es constituida por creyentes de todas las lenguas y naciones. Esos cristianos de diversos orígenes étnicos, sociales, culturales, que a menudo tienen muchas diferencias que pueden separarlos, son llamados a vivir juntos en armonía.

Unidos a su común Salvador y Señor por el Espíritu Santo, lo aman, le obedecen y reflejan sus caracteres. El apóstol Pedro los anima a vivirlo de forma práctica también:

  • Sed “de un mismo sentir” (1 Pedro 3:8), el sentimiento que animaba al Señor Jesús cuando estaba en la tierra: olvidarse de sí mismo para poder servir a los demás (ver también Filipenses 2:1-8).
  • Sed “compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos” (v. 8); es el amor en acción, que toma a pecho los problemas de los demás para acudir en su ayuda.
  • Sed “amigables”, recordando que deben todo a la gracia de Dios.
  • “No devolviendo mal por mal” (v. 9); el discípulo de Cristo sigue el ejemplo de su Maestro, “quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente” (cap. 2:23).

El apóstol Pablo también presenta tales exhortaciones: “Vestíos de amor, que es el vínculo perfecto”, y agrega: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros”(Colosenses 3:14, 16).

Cristianos, ¿nosotros también deseamos, mediante la práctica del amor y de la obediencia, mostrar al Señor que lo amamos?

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