CUANDO INSISTIMOS A DIOS


Entonces el SEÑOR abrió los ojos a Balaam, y él vio al ángel del SEÑOR de pie en el camino, con su espada desenvainada en su mano. Balaam se inclinó y se postró sobre su rostro, y el ángel del SEÑOR le dijo: ¿Por qué has azotado a tu asna estas tres veces? He aquí, yo he salido como adversario, porque tu camino es perverso delante de mí”. Números 22:31-32 (RVA)

Lee Números 22: 1-35

Balaam finalmente emprende el camino, sabiendo cuál era la voluntad de Dios. Aunque Dios le dice esta vez de ir con los hombres, no es que cambiara su voluntad en cuanto a la primera vez cuando le dijo que no, sino que ante la insistencia de Balaam por hacer el viaje (insistiendo por segunda vez), el Señor dijo: “…pues ves…”

¿No nos vemos reflejados en ello en algún momento de nuestras vidas? A veces yo sé perfectamente cuál es la voluntad de Dios en cuanto a un asunto, pero vuelvo a insistir en oración (y desgraciadamente a veces actúo sin oración), como para discutirle a Dios su decisión o su voluntad, como si dijera “pero realmente Señor no crees que sería bueno hacer esto o aquello”, insisto aunque sé perfectamente que no es realmente lo correcto, pero es lo que me agrada y lo que yo quiero; intento justificar mis decisiones o preguntas en base a muchas cosas que parecen buenas en sí mismas, pero que no son la esencia de la voluntad divina. Vamos a coger como ejemplo entre miles, a estas veces en las que sabiendo que la mentira (de cualquier forma) es contraria a la voluntad del Señor, seguimos insistiendo en llevarla a cabo disfrazándola como “una mentirijilla piadosa”, “que en vez de hacer daño al revés hará bien…” Realmente… ¿hará bien? a la otra persona, podría ser que sí, aunque lo dudo mucho, pero a quién seguro no hace ningún bien es a nosotros mismos, ya que estamos cometiendo pecado, es decir no hacer la voluntad de Dios. ¿Verdad que esto pasa más veces de las que quisiéramos? Y podríamos encontrar otros ejemplos, cada uno busque el suyo.

Incluso podemos hasta ser expertos en utilizar al enemigo para justificarnos, podemos pensar: “porque claro esto sale mal porque, como es lo que quiere el Señor, el enemigo se nos opone… y las cosas salen mal”. A veces, sí es verdad que puede ser obra del enemigo, PERO otras son obras de nuestra testarudez, y Dios intenta poner freno a ello, poniendo en nuestro camino uno o más contratiempos, uno o más imprevistos desagradables. Tendremos que prestar mucha atención a estos contratiempos que nos ralentizan o impiden nuestro empeño en hacer algo, e intentar escuchar la voz de Dios a través de ellos (cf. El contratiempo de Balaam, el animal quería desviarse).

REFLEXIOINA:

¿Cuándo surgen contratiempos, te sueles poner nervioso/a, y te rebelas contra ellos? Cuando esto ocurre, pongámonos en oración para averiguar si realmente lo que íbamos a realizar está dentro de la voluntad de Dios. Piensa: ¿aunque me parezca bueno, es el momento adecuado, la forma adecuada, las personas o circunstancias adecuadas? Confiemos en el Dios que lo sabe todo por encima de nuestras visiones limitadas (Is. 55:9). Incluso démosle gracias por estos contratiempos que en muchas ocasiones nos evitarán males mayores.

Genoveva Alberola

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

logo