“Atended el consejo, sed sabios y no lo menospreciéis.” (Prov. 8.33)
Qué extraños son los tiempos en los que vivimos. No hace tanto, cuando alguien con estudios opinaba sobre algún tema relacionado con su preparación, recibía la atención de los que estaban a su alrededor. Cuando uno iba al médico sabía que estaba delante de alguien que se había preparado concienzudamente para ejercer su profesión y recibía su consejo como una fuente de autoridad superior. Hoy día, asistimos con asombro (al menos yo) a este escaparate de opiniones en el que todo el mundo tiene algo que decir sobre cualquier tema. No hay más que ver algunos de esos programas de TV en los que aparecen rostros de famosos pontificando sobre lo que sea. ¡Qué más da que se tenga o no preparación o que se carezca de ella!, apenas con leer algunos artículos o haber escuchado algún programa sobre el tema, uno se cree que ya está preparado para hablar sin complejos de ello.
Es curioso que Pablo, en su carta a los Colosenses, en el mismo versículo donde les invita a instruirse y aconsejarse mutuamente (Col.3.16), momentos antes les invite a llenarse de todo conocimiento de la Palabra (…habite en abundancia en vosotros). Los consejos tienen valor cuando vienen abalados por el conocimiento y la experiencia. No todos los consejos han de servirnos. Siempre agradeceré los consejos que me fueron dados por personas con una fe probada y buen conocimiento de la Palabra
Pastor Elías Nofuentes