6. UNIDAD EN UN CUERPO


Vosotros formáis el cuerpo de Cristo, y cada uno por separado constituye un miembro. 1 Corintios 12:27 BLP

Hay un chiste muy conocido en el que los miembros del cuerpo discuten quién es más importante. Al final, uno de ellos, el que parecía más insignificante, demuestra que todos en realidad están conectados. Aunque cada uno ejerce su función, si uno de ellos está enfermo o no trabaja, todo el cuerpo se ve afectado y es incapaz de funcionar. El cuerpo de Cristo actúa de la misma manera.

En 1 Corintios 12: 12-31, Pablo lo describe de manera muy ilustrativa: todos somos distintos, pero todos somos miembros de un mismo cuerpo. Todos tenemos características y funciones distintas, pero somos uno en Cristo. Dios es un creador maravilloso y ha conseguido dotarnos de una individualidad única, que se complementa con la de otros y nos hace a todos necesarios para que su cuerpo funcione y que su obra se lleve a cabo (Rom. 12: 3-5). Pablo dice que nos necesitamos los unos a los otros, seamos pies, manos, oídos u ojos. En inglés, cuando alguien es muy torpe, se dice que tiene dos pies izquierdos. Dios no quiere un cuerpo torpe y por ello provee a su iglesia de maestros, artistas, músicos, idealistas, gente de mente práctica, y un largo etcétera. Cada don, cada personalidad, cada pasión, es necesaria y trabaja con las demás para cumplir nuestro propósito como cuerpo. Y todos funcionamos al estar conectados a la cabeza, que es Cristo, el que nos unifica y guía (Col 2: 19; Ef. 4:15-16).

Pero ser un solo cuerpo va más allá de nuestra labor: también habla de la relación que debemos tener hacia nuestros hermanos y hermanas. Un cuerpo no puede estar dividido, sino que debe cuidar de sí mismo y de todas sus partes. Cuando un miembro se duele o se alegra, el cuerpo entero lo vive con él o ella. Nos edificamos y ayudamos a crecer en amor (Ef. 4:16).

En palabras de U2: “Somos uno, pero no somos iguales. Y nos llevamos los unos a los otros”. Que Dios nos ayude a ser uno y a celebrar nuestras diferencias para su Gloria

Miriam Borham

Motivos de gratitud:

  • Gracias, Señor, por ser un cuerpo muy grande alrededor del mundo; con nuestras características propias y con los dones adecuados que tú nos has dado, ya que con ellos contribuimos al crecimiento de tu iglesia y a la extensión de tu glorioso evangelio.
  • Es un placer ver cómo tú trabajas en tu cuerpo y a través de tu cuerpo. Te alabamos y te reconocemos como nuestro Señor. Agradecemos tener un Señor tan paciente.

Confesión:

  • Tantas veces queremos que todo se parezca a lo que entendemos nosotros… Te pedimos, oh Dios, que tu cuerpo se parezca a lo que tú quieres que lleguemos a ser.

Peticiones:

  • Ayúdanos a trabajar cada uno con nuestros dones y talentos. Que sepamos usar nuestras diferencias para enriquecer al cuerpo y no para hacerlo sufrir.
  • ¡Que tu iglesia funcione bien! Y que esto traiga Gloria a nuestra cabeza: Cristo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

logo