UNA GRAN LECCIÓN


Alabad a Dios en su santuario;
alabadlo en la magnificencia de su firmamento.
Alabadlo por sus proezas;
alabadlo conforme a la muchedumbre de su grandeza.
Alabadlo a son de bocina;
alabadlo con salterio y arpa.
Alabadlo con pandero y danza;
alabadlo con cuerdas y flautas.
Alabadlo con címbalos resonantes;
alabadlo con címbalos de júbilo.
¡Todo lo que respira alabe al Señor! ¡Aleluya!

Salmo 150

El último de los Salmos, no solamente es una de las más bellas muestras de la poesía judía, sino que también nos brinda una gran lección en cuanto a la adoración hacia Dios.  Nos indica donde alabar, cómo hacerlo, por qué hacerlo y por supuesto, a quién debemos dirigir esa alabanza.

  • ¿Dónde alabamos? En el santuario de Dios y en su poderoso firmamento (Salmos 150:1).  Lo que invita a alabarle dondequiera que estemos, debido que Dios es el Creador de todas las cosas.
  • ¿Por qué le hemos de alabar? Porque Dios es Todopoderoso y Majestuoso “¡Alábenle por sus proezas! ¡Alábenle por su inmensa grandeza!” (Salmos 150:2). Nuestro Dios sustenta todo el Universo (Colosenses 1:15-20).
  • ¿Cómo debemos alabarle? En voz alta, suavemente, conciliadoramente, con entusiasmo, espontáneamente, sin temor.  Dicho en otras palabras, podemos alabar a Dios de muchas formas y en muchas ocasiones (Salmos 150:3-5).
  • ¿Quién debe alabar? Todo lo que respira (Salmos 150:6), jóvenes, adultos, niños, débiles, fuertes, es decir toda criatura viva alabe al Señor.

La voluntad de Dios es que todo aquel a quién Él ha dado aliento de vida, use ese aliento para reconocer su poder y grandeza.

  1. La alabanza es nuestra expresión sincera de gratitud a Dios.
  2. La alabanza es el reflejo de un corazón gozoso.

“¡Todo lo que respira alabe al Señor! ¡Aleluya!” (Salmos 150:6).

Mi devocional

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

logo