UN BUEN SAMARITANO NO TAN BUENO


Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo:
2«En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. 3Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; pero no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, pero no hacen. 4Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. 5Antes bien, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres, pues ensanchan sus filacterias y extienden los flecos de sus mantos; 6aman los primeros asientos en las cenas, las primeras sillas en las sinagogas, 7las salutaciones en las plazas y que los hombres los llamen: “Rabí, Rabí”.
8»Pero vosotros no pretendáis que os llamen “Rabí”, porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. 9Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. 10Ni seáis llamados maestros, porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. 11El que es el mayor de vosotros sea vuestro siervo, 12porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
13»Pero ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres, pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando.
14»¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación.
15»¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito y, cuando lo conseguís, lo hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros.»
Mateo 23:1-15

La siguiente es una historia irónica sobre un buen samaritano que terminó siendo malo.  Esto aconteció cuando un hombre observó a una mujer que quería saltar desde un puente a un río seco; de inmediato el hombre comenzó a forcejear con la mujer para evitar que cometiera una locura, ella se desmayó y con ello él logró salvarle la vida.  Desgraciadamente la historia no termina ahí, ese mismo hombre que salvó la vida de aquella deprimida mujer, aprovechó que ella se encontraba inconsciente para robarle su cartera; sin embargo, no contó con que un policía que había sido alertado para atender la situación, lo capturara infraganti.

Esta terrible conducta es semejante a la forma como se comportaban los fariseos.  Al inicio ellos también parecían estar dispuestos a ir al rescate de las personas (Mateo 23:15), se identificaban a sí mismos como hombres de oración, “campeones” de la fe y guías de los menos capacitados.  Pero al final, las intenciones de su corazón revelaron que en realidad eran ladrones e hipócritas, y llevaban al error a quienes habían confiado en ellos.

Podemos creer que nosotros somos mucho mejores que esos fariseos, sin embargo, corremos el riesgo de caer en sus mismos errores al acercarnos a las personas con un deseo honesto de ayudarlos, pero con el único afán de que los demás reconozcan nuestras buenas acciones y digan cuan buenos somos.

  1. Señor, ayúdame a no ser como los fariseos de los tiempos de Jesús. Crea en mí un corazón auténtico y amoroso como el de Jesús, para no caer ante el egoísmo; que mis buenas acciones para con otros reflejen tu amor en mi ser.
  2. Una buena motivación se puede convertir en una mala causa del egoísmo.

Para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprochables para el día de Cristo (Filipenses 1:10).

Mi devocional

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