«Hermanos, habéis sido llamados a ser libres. Pero no uséis esta libertad para dar rienda suelta a vuestros instintos. Más bien servíos por amor los unos a los otros»
Gálatas 5.13 (DHHE)
Cristo nos libró de la carga de nuestros errores, pero la libertad que nos dio no debemos convertirla en libertinaje. Somos libres, pero no para hacer lo que nos apetezca, sino lo que es correcto.
La sociedad actual nos empuja a ser los “número uno”, los mejores, los más guapos, los más ricos… Eso es un sueño imposible, o mejor dicho, en muchos casos, una pesadilla. Nos dicen “Tú te lo mereces” o “Tienes derecho” etc. pero no nos cuentan que los méritos llegan tras el esfuerzo y el tesón, y los derechos van (siempre) acompañados de obligaciones.
Hay un principio legal que dice: “La libertad de uno acaba donde empieza la libertad de los otros” En lugar de estar sobre los demás, para ser más que ellos debemos estar a la par, sirviéndonos los unos a los otros, por amor, como dice Pablo a los gálatas en su carta.
Estoy convencido que gran parte de los problemas del mundo se solucionarían, si los que acaparan mucho, repartieran a los que tienen menos.
¿Quieres repartir tu tiempo dedicándolo a visitar a los que están solos?
¿Vas a ayudar, tú que tienes cubiertas tus necesidades, a otros que carecen de casi todo?
¿Estás dispuesto a compartir tu talento enseñando a los que no han tenido tantas oportunidades como tú?
Estas y muchas otras son las maneras de ayudar a conseguir una sociedad más justa, más equilibrada, más agradable a Dios; sirviéndonos los unos a los otros. Eso es AMOR.
Antonio Arroyo