Entonces, ¿para qué sirve la Ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniera la descendencia a quien fue hecha la promesa; y fue dada por medio de ángeles en manos de un mediador. 20Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno.21Entonces, ¿la Ley contradice las promesas de Dios? ¡De ninguna manera! Porque si la Ley dada pudiera vivificar, la justicia sería verdaderamente por la Ley. 22Pero la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuera dada a los creyentes.23Pero antes que llegara la fe, estábamos confinados bajo la Ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. 24De manera que la Ley ha sido nuestro guía para llevarnos a Cristo, a fin de que fuéramos justificados por la fe. 25Pero ahora que ha venido la fe, ya no estamos bajo un guía, 26porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, 27pues todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. 28Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. 29Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente descendientes de Abraham sois, y herederos según la promesa.Gálatas 3:19-29
De acuerdo con el informe 2018 de la Oficina de las Naciones Unidas para Drogas y Crímenes en el año 2016: “En todas las cárceles del mundo habían 7.559.166 de personas encarceladas”.
Como bien es sabido algunos privados de libertad son liberados mientras que otros reciben sentencias cada día, por lo que las estadísticas dicen que en realidad cada año existen al menos 30 millones de privados de libertad que pasaron al menos 1 día en la cárcel. Este tipo de estadísticas ha motivado que en muchos países se busquen reformas a los sistemas penitenciarios, como medida alternativa debido al alto costo que representa mantener personas encarceladas.
La Biblia nos brinda una estadística aún más impresionante: “la Escritura lo encerró todo (el mundo entero) bajo pecado” (Gálatas 3:22). Lo que Pablo estaba diciendo es que aunque la ley del Antiguo Testamento no podía impartir vida (v.21), fue una herramienta muy eficaz para mostrarnos que necesitamos un Salvador que pueda revivirnos (v.24). La mala noticia sigue siendo: “la Escritura lo encerró todo bajo pecado”, pero la buena noticia es: “para que la promesa fuera dada por la fe en Jesucristo a los que creen.» (v.22).
Al seguir y confiar en Jesús como nuestro Señor y Salvador, inmediatamente Él paga el precio de muerte que hay sobre nosotros, y ya no somos prisioneros del pecado, sino que nos convertimos en sus hijos: “Pero a todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio derecho de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).
- ¿Quieres ser libre? En Jesús, ¡somos libres de verdad!
- La liberación del pecado es la mayor de todas las libertades. “…Si ustedes permanecen en mi palabra serán verdaderamente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” (Juan 8:31-32)
“…Si permanecéis en mi palabra seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32).
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