Devocional 5
Para recibir la corrección que dan la prudencia… para infundir sagacidad en los inexpertos, conocimiento y discreción en los jóvenes (1:3-4).
Discreción. Las palabras hebreas haskel (sagacidad), ormah (prudencia) y mezimmah (discreción) todas significan planear y vivir de manera estratégica. Del mismo modo que hay personas morales que no son sabias, también hay visionarios que ven a dónde deberíamos ir, pero no tienen mucha de idea de qué pasos prácticos hay que tomar para que este objetivo se cumpla. Ser sabio consiste en anticipar los problemas sin caer ni en el peligro de confiarse demasiado ni en la parálisis de ser demasiado precavido. No solo se trata de saber qué hacer, sino de cuándo hacerlo. Una bendición en el momento equivocado puede tener los efectos de una maldición (27:14). Mientras que el discernimiento (4 de enero) es un tipo de percepción en nuestros corazones, la discreción es una especie de previsión, que sabe qué resultado obtendrán distintos tipos de comportamiento (22:3).
En un sentido, la sabiduría es saber cómo “tener éxito” en algo. Pero está mal confundir la sofisticación del mundo por la sabiduría de Dios, como hicieron Adán y Eva (Génesis 3:6). La sabiduría definitiva se encuentra en Jesús, el siervo sufriente (Isaías 52:13) cuyo éxito fue absoluto, pero no del tipo que los sofisticados del mundo en su
época pudiesen reconocer.
Piensa en algún momento en el que tuviste el discernimiento de saber qué hacer, pero no la discreción de cómo llevarlo a cabo. ¿Qué aprendiste de esta situación?
ORACIÓN
Señor, quiero tener éxito, pero por muchas razones equivocadas. Haz todo lo que sea necesario, incluso trae a mi vida decepciones que me hagan ser humilde, que me enseñen a preocuparme más por ser fi el en lugar de preocuparme por tener éxito. Solo entonces, seré libre del orgullo y del miedo que impiden el verdadero éxito. Amén.