Oportunidades perdidas


“…te encargo mucho que prediques el mensaje, y que insistas, tanto si el momento es oportuno como si no lo es.” (2 Timoteo 4:2a)

Recientemente pudimos disfrutar de la presencia de nuestro hermano el Dr. Fernando Bandrés. Sin duda alguna que su intervención no dejó indiferente a nadie. La riqueza de contenido del taller del sábado y del mensaje del domingo nos hizo sentir afortunados a más de uno. Fue un privilegio poder estar ahí para escucharle. Estoy convencido que a más de uno le sucedió lo mismo que a mí. Mientras el Dr. Fernando iba hablando, me pasaron por la mente algunas personas a las que les hubiera gustado estar de haberlo sabido; pero claro, no podían saberlo porque se me olvidó invitarles. “Una oportunidad perdida”, pensé.

¡Cuántas oportunidades dejamos escapar cada día! Cogemos un tren o un autobús, o tomamos un vuelo, y durante horas, muy probablemente, estaremos sentados al lado de alguien a quien difícilmente volveremos a ver. Lo que suele suceder de manera generalizada es que uno se pone los auriculares para escuchar música o ver la película que pondrán durante el viaje. Cada vez resulta más raro iniciar una conversación que uno no sabe en qué podría desembocar.

Hace unos días, nuestro hijo invitó a comer en casa a un matrimonio joven, por el trato de confianza que se apreciaba entre ellos pensé que se conocían desde hacía años; sin embargo, mi sorpresa fue que se habían conocido tres días atrás en el vuelo de Portugal a Madrid al sentarse uno al lado del otro. A eso le llamo yo aprovechar las oportunidades.

En la segunda carta que Pablo envió a Timoteo le plantea la urgencia de proclamar el Evangelio en todo momento, “predica el mensaje e insiste, tanto si el momento es oportuno como si no” le vendría a decir. A nosotros (o por lo menos a mí) nos suele suceder que esperamos a que la oportunidad de hablar del Evangelio sea tan clara, que perdemos cientos de oportunidades que no volverán a producirse. ¿Qué tal si rompemos con esa tendencia? ¿Qué tal si le pedimos a Dios sabiduría y discernimiento para saber aprovechar cada oportunidad? Puede ser una conversación, una invitación, un gesto, o cualquier otra iniciativa que le haga saber a la otra persona, que hay un Dios que la ha creado, que la ama y que desea lo mejor para su vida. ¿Te animas a aprovechar tus oportunidades?

Elías Nofuentes

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