“Para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros” 1 Corintios 12:25
Dios ya se había adelantado a lo que se nos venía encima. Si no de cambios de conceptos, si de cambios en su denominación, lo que siempre habíamos llamado de una forma ahora se denomina de otra. Esto es fundamental en el tema que nos ocupa.
Existe la diversidad, ahora no es correcto hablar de minusválidos, sino de personas con diversidad funcional, a las personas se las denomina por sus distintas capacidades, hay distintas inteligencias y cada uno tenemos desarrollada una o varias. Eso nos hace desiguales pero necesarios, en cualquier caso.
El ejemplo que nos pone el apóstol es claro. En el cuerpo hay distintos miembros, pero todos tienen una función. Por supuesto no la misma. No existen unos más importantes que otros para mantener la armonía. Pues, igual que ocurre en el cuerpo, donde todas sus partes son importantes, y podemos entender que una mano es tan importante como un ojo, así ocurre en la iglesia, y también en la sociedad en la que vivimos, donde todos somos necesarios.
Todos nosotros tenemos un don que desarrollar y poner al servicio de nuestros hermanos. Es importante tener este concepto claro, para saber que las personas, aunque tengan distintas capacidades son necesarias para el completo desarrollo social. Cada persona tiene su lugar en el mundo, en la sociedad igual que cada miembro tiene su lugar en el cuerpo. Y cumple una función vital para el desarrollo del mismo.
Ya dijo Jesús que en el cielo no hay lugares de preminencia, el que quiera ser el mayor tendrá que plantearse ser el último. En esta sociedad donde todo se valora por su brillo social, tenemos que entender que todos somos iguales para Dios y todos nos debemos el respeto mutuo que Dios nos pide.
Es importante aceptar a las personas con sus distintas capacidades. La uniformidad no tiene nada que ver con el mensaje divino. Cada uno está hecho a la imagen de Dios y por tanto es único e irrepetible.
Es importante respetar al diferente, al que no es como nosotros, pero tiene su lugar en el plan de Dios.
Mª Rosa Medel