“Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta.” Santiago 5:9
¿Cuáles son sus causas?
Tal como dijimos ayer, nuestro espíritu de queja se convierte en un hábito y además, como todo, se va perfeccionando con la práctica ya que nos convertimos en lo que nos enfocamos porque le dedicamos mucho tiempo. Entonces en cuanto más nos quejamos de los demás más habilidad tendremos en hacerlo y menos nos costará, lo que puede convertirse en un hábito de vida, y en una práctica inconsciente.
¿Por qué nos quejamos del otro?
Nos quejamos porque lo que hacen los demás, o lo que ocurre a nuestro alrededor no satisface nuestro propio interés. ¿Quiere decir eso “egoísmo”? Sí, básicamente la queja está motivada por nuestro egoísmo, nuestra búsqueda de bienestar personal sin valorar el del otro.
Nos quejamos porque no aceptamos nuestra culpa y la derivamos sobre otros, quejándonos de lo que hacen para sentirnos (otra vez nuestro “yo”) mejor. Recordemos que el pecado que juzgamos en la vida del otro y que nos es tan molesto es el mismo que tenemos en nuestras vidas (Lee Ro. 2:1 y Mt. 7: 3, 4).
Cuando no aceptamos nuestras circunstancias y/o responsabilidades y no podemos culpar a nuestro hermano hasta llegamos a culpar a Dios, quejándonos de lo que él hace o deja de hacer.
La queja puede tener su origen en nuestra inseguridad, cuando me siento inseguro/a, el quejarme del otro me reafirma un poco, me coloca como “por encima de él”. Cuando dices “pero será tonto” es porque en el fondo te consideras o te hace considerarte un poco menos tonto que él. Lo mismo puede ser motivado por el orgullo, me quejo porque pienso que soy mejor que él.
Los celos y las envidias van por el mismo camino que la culpa, la inseguridad y el orgullo, conducen todos a murmurar los unos de los otros. La queja nace del pecado que hay en nuestro interior, lee el pasaje de la murmuración de María y Aarón (Núm. 12:1,2, 11). O tu queja ¿no esconderá legalismo y tradición?
De la misma forma, la falta de perdón es una excelente herramienta en manos del enemigo para alimentar nuestro espíritu de queja.
Reflexión:
- En tu examen de conciencia de hoy, ¿cuál ha sido la raíz de tu queja?, ¿qué la ha motivado?, no busques en la actitud del otro sino en tu parte de responsabilidad en el asunto, no temas enfrentarte al verdadero problema de tu conducta (egoísmo, celos, amargura, rencor, envidia, inseguridad, orgullo, miedos, falta de perdón, perfeccionismo…) y encomiéndate a Dios.
Genoveva Alberola