MILAGROS III: EL PARALÍTICO DE BETESDA


“Cuando Jesús lo vio tendido y supo que ya había pasado tanto tiempo así, le preguntó: — ¿Quieres ser sano? Le respondió el enfermo: —Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando el agua es agitada; y mientras me muevo yo, otro desciende antes que yo. Jesús le dijo: —Levántate, toma tu cama y anda. Y en seguida el hombre fue sanado, tomó su cama y anduvo. Y aquel día era sábado” Juan 5: 6-9

Lee Juan 5:1-9 

Jesús libera a los oprimidos. Durante treinta y ocho años este hombre había padecido de una enfermedad que lo mantenía postrado. Anhelaba ser sanado, pero tenía muy pocas esperanzas de bajar a las aguas del estanque–donde popularmente se creía que tenía poderes curativos–. Lo habían llevado hasta allí, pero no podía bajar a las aguas que supuestamente lo iban a curar, porque había en el lugar cientos de personas, que padecían diferentes enfermedades, y que estaban prestos para descender los primeros. Nadie se ocupaba de aquel hombre que no podía moverse.

Jesús dentro de toda aquella multitud, lo ve y se interesa por su historia. Y es que, los que llevan mucho tiempo afligidos, pueden consolarse con que Dios lleva la cuenta del tiempo transcurrido. Jesús se acerca, le pregunta, y le ordena levantarse, tomar su cama y echar a andar. Él actuó mostrando su autoridad y poder para liberar a los que sufren opresión. No importa cuales sean tus circunstancias, Nuestro Señor puede decirte levántate y anda; porque Él te libera de lo que impide moverte, y transforma tu incapacidad en vida nueva.

Todos somos por naturaleza impotentes espirituales, ciegos, cojos, paralíticos, pero Jesucristo es la provisión plena para nuestra curación. La pregunta que te hace es la misma ¿Quieres ser sano?

Elvira Jardines

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