Las vacilaciones de Pilato


Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado. Marcos 15.15

Poncio Pilato, procurador de Judea, era un administrador capaz, pero a veces insensible a los escrúpulos judíos. En los Evangelios lo vemos atrapado en los cuernos de un dilema, desgarrado entre la justicia y la conveniencia. Por un lado (como vimos ayer), sabía que Jesús era inocente, y lo dijo repetidamente. Por otro lado, temía las consecuencias en caso de que no se sometiera a la turba. Los evangelistas lo describen como ‘queriendo soltar a Jesús’ (Lucas 23.20) y ‘queriendo satisfacer al pueblo’ (Marcos 15.15). Descubrió que no podía satisfacer ambos deseos en forma simultánea. Es fascinante observarlo retorciéndose en este aprieto. Intentó cuatro formas de evitar una decisión obvia.

Primero, intentó trasladar la responsabilidad a alguna otra persona. Al descubrir que Jesús venía de Galilea, y que en consecuencia estaba en la jurisdicción de Herodes, se lo envió para que lo sometiera a juicio él. Pero Herodes no encontró que las acusaciones que le hacían tuvieran fundamento.

Segundo, intentó hacer lo correcto (es decir, dejar libre a Jesús) por la razón equivocada (recurriendo a la costumbre de la Pascua), y así liberar a Jesús como un acto de clemencia y no de justicia.

Tercero, intentó satisfacer a la multitud aplicando medidas parciales, por ejemplo, azotar a Jesús en lugar de crucificarlo.

Cuarto, intentó persuadir a la muchedumbre de su propia integridad (lavándose las manos públicamente) a pesar de que al mismo tiempo la contradecía (enviando a Jesús a la cruz). Cada uno de estos intentos era un subterfugio, una forma de evitar mediante concesiones un verdadero compromiso.

¿Por qué era Pilato tan débil, tan moralmente cobarde? Juan nos lo dice. Los judíos no dejaban de gritar: ‘Si a éste sueltas, no eres amigo de César’ (Juan 19.12). Eso fue lo que definió. La cuestión quedaba en evidencia. Debía elegir entre dos reyes. Para su eterna vergüenza, hizo la decisión equivocada. Eligió ser amigo del César y enemigo de la razón y de la justicia. Su nombre quedó inmortalizando en la cláusula del credo que declara que Jesús ‘sufrió bajo Poncio Pilato’.  Para continuar leyendo: Juan 19.4–16

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

logo