“¿Hasta cuándo?


Devocional 9

“¿Hasta cuándo, muchachos inexpertos, seguiréis aferrados a vuestra inexperiencia? ¿Hasta cuándo, vosotros los insolentes, os complaceréis en vuestra insolencia? ¿Hasta cuándo, vosotros los necios, aborreceréis el conocimiento?” (1:22).

 

El inexperto. Todos los tipos de necio están desconectados de la realidad, pero cada uno de manera diferente. El siguiente necio en la lista es el que en hebreo es pethi, el inexperto. Este tipo de necedad consiste en ingenuidad. “El ingenuo cree todo lo que le dicen” (14:15). Se les dirige e influencia con demasiada facilidad. Al igual que un niño, lo espectacular y dramático les puede impresionar demasiado. O quizás necesiten aprobación de manera exagerada y, así, se dejan llevar por personalidades fuertes que les dan esa aprobación. Apoyarán a los líderes autoritarios que les prometen paz y prosperidad. Pueden ser vagos intelectualmente al no querer sopesar o reflexionar sobre alguna cuestión. Es probable que se dejen engañar por planes para hacerse ricos en un abrir y cerrar de ojos (12:11).

Los inexpertos pueden cambiar y aprender algo de sentido común (19:25), pero también pueden “heredar necedad” (14:18) y llegar a ser verdaderos necios. Sin embargo, deberíamos estar atentos a no igualar la credulidad y la ingenuidad con una falta de sofisticación. Hubo un tiempo en el que pastoreamos una congregación entera de personas un tanto sencillas, pero que no eran para nada simplonas. Puede que te falte sofisticación según la medida del mundo y aun así ser sabio. Y quizás seas sofisticado, acomodado, con buenas conexiones y educación, pero aun eres un simplón.

¿Quién has conocido que al principio te pareció más bien simplón y después resultó no ser así? ¿Qué rasgos manifestó?

ORACIÓN
Señor, cuando veo al “insolente” en mí, también veo al inexperto. Sin duda, necesito la aprobación humana en exceso y soy impaciente intelectualmente al no querer reflexionar sobre las cosas. A menudo te he pedido que me salves de mi pecado. Ahora, Dios, sálvame de mi necedad. Amén.

 

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