«Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta. Estos, pues, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, queremos ver a Jesús…» (Juan 12:20-26)
Una hermana de la iglesia me compartía que había podido hablar a su vecino del Señor y orado por él a través de la puerta. Estando uno a cada lado de la puerta principal de la casa y pese a la inicial incredulidad de aquel había no solo podido hablar de esta situación y de Dios sino también orar por él.
“Señor, queremos ver a Jesús”. La palabra nos dice que estos hombres que venían a celebrar la fiesta de la Pascua le dijeron a Felipe que deseaban ver a Jesús. Como podéis imaginar muchos han sido los que, a lo largo del evangelio, han mostrado el deseo de ver a Jesús por razones muy dispares. Herodes Antipas quería verlo por envidia; los fariseos lo buscaban por rivalidad; Zaqueo por curiosidad; Bartimeo por necesidad física y Nicodemo por necesidad espiritual. Estos hombres eran griegos, no judíos, y no andaban tras multitud de dioses sino trataban de ir tras el Dios verdadero. Sin duda esto no sería fácil y mostraba una gran necesidad espiritual.
A los no judíos les era muy difícil moverse entre los creyentes judíos, pero ellos encontraron a Felipe, un judío con nombre griego, alguien que podía entenderlos, que estaría dispuesto a escucharlos. Felipe busco a Andrés y juntos le preguntaron a Jesús. Y Jesús les contestó: “Ha llegado la hora para que el Hijo del hombre sea glorificado.”. Hasta ese momento les había sido imposible, pero en aquella hora, bajo aquellas circunstancias, podían ver la gloria de Dios. Fíjate, en el tiempo oportuno aquellos que no creían buscaron de Dios y gracias a Felipe y Andrés pudieron ver la gloria de Dios. ¿Será este el tiempo en el que otros puedan ver la gloria de Dios?
«Lo invisible de él, su eterno poder y su deidad, se hace claramente visibles desde la creación del mundo y se puede discernir por medio de las cosas hechas.» (Ro 1:20). Pero, ¿cómo? No necesitamos fe cuando podemos ver, la fe se pone en marcha cuando no vemos aquello que Dios ha dicho que sucederá. Tan solo necesitamos mujeres y hombres de fe. Mujeres y hombres que como Felipe y Andrés afirmen la certeza de lo que no se ve.
Todo hebreos 11 nos enseña este verdad. La fe de los héroes de la fe fue probada en tiempos difíciles y hoy nosotros podemos disfrutar de sus frutos.
Abraham «por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey, porque se sostuvo como viendo al Invisible.» (Heb 11:27). Corren tiempos difíciles donde el temor, especialmente de aquellos que están en primera línea luchando con la pandemia, está a flor de piel. Alguien dijo: “los mejores hábitos se producen por la fe y estos fueron concebidos la mayor parte en tiempos de crisis.”. Es tiempo para andar en fe, amar con fe, servir con fe y predicar con fe, porque aquellos que tenemos fe podemos guiar en tiempos difíciles a otros, como lo hizo esta querida hermana, para que tengan un encuentro con aquel que está en el trono intercediendo al Padre por nosotros y por ellos.
«Si alguno me sirve, sígame; y donde yo esté, allí también estará mi servidor.» (Jn 12:26)
Josué Calero