DÍA 22: BIENAVENTURADOS


Jesús, nombre sobre todo nombre

«Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados (ver Jer 31.25.). Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.» Lucas 6:20-21

Hace 8 años mi mujer y yo tuvimos la oportunidad de continuar nuestros estudios gracias a unas becas. Nosotros estábamos cómodamente asentados. Tras acabar nuestros estudios, por fin estábamos ya los dos trabajando, nos habíamos casado y, tras tres años de matrimonio, tuvimos a nuestra primera hija, pero a pesar de la comodidad decidimos vivir la aventura de emigrar.

Tras haber empaquetado toda nuestra vida en Denia y cruzado el charco, por fin pudimos establecernos. A pesar de nuestros ahorritos, no tardamos en darnos cuenta que la vida allí no iba a ser tan fácil como imaginábamos. La vida era muy cara, los ahorros se acababan muy rápido y los trabajos no nos daban para cubrir los gastos.

Las navidades estaban a la vuelta de la esquina y apenas podíamos pagar los gastos. Sin duda iban a ser unas fiestas muy austeras. Tuvimos que decir a la persona que nos alquilaba la casa que todavía no podíamos pagar. Ella muy amable nos contestó “no os preocupéis”, como si eso fuera tan fácil. Y empezamos a clamar al cielo para que algo ocurriera y nos rescatara de aquella situación. Los días pasaban y nada. Nuestras fuerzas flaqueaban y nuestro semblante se entristecía. Y cuando menos nos lo esperábamos, una profesora nos trajo un sobre, quería ayudarnos a cubrir los gastos, si ella supiera… Luego una familia nos invitó a cenar en vísperas de Nochebuena y, tras la deliciosa cena, empezó a sacar regalos de debajo del árbol para mi hija. Le fue dando uno tras otro, luego le dio uno a mi mujer y otro a mí. No podía contenerme más y las lágrimas empezaron a recorrer mis mejillas. Lo habíamos pasado francamente mal en las últimas semanas, sobretodo por el agobio de verse uno sin nada. Parecía un milagro.

Por si eso era poco, a principio del año quedamos con la casera para pagarle el alquiler e invitarle a roscón de reyes. Antes de que se marchara, saqué de mi bolsillo el sobre con el dinero del alquiler y al ofrecérselo me dijo “os dije que no os preocuparais” y me hizo guardar el dinero. Una vez más Dios obró un milagro. Para hacer la historia corta esos meses no pagamos el alquiler ni los gastos de luz y agua y con el dinero que cobrábamos pudimos cubrir el resto de los gastos.

Bienaventurado es la suma de dos palabras “bien/buena” y “aventura”, otra traducción podría ser dichoso, afortunado o, simplemente, feliz. Pero ¿cómo puedo ser feliz en medio de la escasez e incluso la hambruna? Nosotros aprendimos de nuestra “aventura” que es en medio de la necesidad, cuando clamamos con más fuerzas, de corazón, y que Dios no solo escucha, sino que empieza a obrar si se lo permitimos. Sin duda la nuestra fue una aventura dura y difícil, pero a pesar de todo fue muy buena y nos consideramos dichosos por todo. ¿Y tú? ¿Vas a quedarte en el lamento o vas a clamarle como si no hubiese un mañana?

La biblia dice: “Sigue pidiendo y recibirás lo que pides; sigue buscando y encontrarás; sigue llamando, y la puerta se te abrirá. Pues todo el que pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se le abrirá la puerta.” Mateo 7:7. Confía en Dios y Él hará. ¡Feliz Navidad!

Josué Calero

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