« Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.» Gálatas 6:2 RVR95
Durante varios años, mi esposa, mi hijo mayor y yo, íbamos a pasar dos semanas a la montaña, en Pirineos con un grupo de montañeros. Nos juntábamos un grupito de 10 o 15, y organizábamos una excursión con la subida a una cumbre. Había un amigo, Manolo, que era un montañero experimentado, resistente y rápido. Total; “un crack” Pero si este imponía su ritmo, nos quemaba a todos y acabábamos asfixiados, decepcionados y sin llegar a la cumbre. Luego estaba Tomás, tan experimentado como el otro, que cuando guiaba el grupo se acoplaba al ritmo de la media. Si había algún rezagado, se ponía delante de él, animándole, y le hacía seguirle pasito a pasito, e incluso cargaba con su mochila para que fuese más ligero. Con Tomás, no siempre hacíamos cumbre, pero siempre disfrutábamos “todos” de la excursión.
Nadie debe pensar jamás que es totalmente independiente y que no necesita la ayuda de otros, y nadie puede creer que ha sido excluido de la tarea de ayudar a otros. Cualquier grupo humano funciona sólo cuando los miembros trabajan juntos por el bienestar común.
¿Necesitan ayuda los que están cerca de ti?
¿Hay alguien que requiere corrección o ánimo o que hagan el camino con el? Acércate a esa persona, con sencillez, por si necesita una mano.
¿Verdad que cuando echas una mano a alguien te sientes satisfecho?
«…recordando aquellas palabras del Señor Jesús: ‘Hay más felicidad en dar que en recibir.’» HECHOS 20:35 DHHE
Antonio Arroyo